Tisaleo

Tisaleo ofrece senderismo y experiencias agrícolas

El Municipio promociona la ruta de aventura y naturaleza. Los viajeros pueden conocer sobre la elaboración de las guitarras, los vinos de mora, el calzado, los lácteos y los huertos de la fresa y mora.

La neblina se disipa y poco a poco va dejando al descubierto una inmensa sábana verde esmeralda rodeada por montañas, volcanes, cerros, bosques y lagunas. Los rayos de sol, aunque escasos, hacen que todo brille, aportando majestuosidad al espectáculo.

Por un momento parece que se desvanece como una ilusión, pero reaparece imponente el cerro Puñalica, un volcán apagado a 3 200 metros de altura sobre el nivel del mar. Es uno de los principales atractivos de la ruta turística que ofrece a los visitantes y aventureros el cantón Tisaleo, en Tungurahua, localizado a 14 kilómetros al sur de Ambato.

Juan Escobar, técnico del Municipio, dice que la ruta por Tisaleo incluye caminar por el páramo, disfrutar de las lagunas, de los manantiales de agua y visitar los huertos de moras o fresas en compañía de guías. También es posible recorrer los talleres artesanales de guitarras, calzado y chocolate.

En la casa de Juan Manotoa se elabora y comercializa el vino de mora. Lo procesa en su fábrica ubicada en la comunidad San Diego.

La travesía parte desde el centro de Tisaleo con dirección a la parroquia Quinchicoto. Un tramo de la vía está asfaltado, el otro es apto para un vehículo todo terreno. El recorrido demora 25 minutos hasta la zona de amortiguamiento del cerro Puñalica, nombrado así porque parece una mano hecho puño.

Equipadas con chompas rompevientos, gorras de lana y guantes, Johanna Manotoa, Pamela Panimboza y Lucía Pérez inician el ascenso, la adrenalina se apodera de sus cuerpos a medida que avanzan y, tras 40 minutos de ‘trekking’ por estrechos senderos cubiertos de pajonales, llegan a la cima del cerro. Desde lo alto disfrutan también de la belleza de los vecinos del Puñalica: los nevados Carihuairazo y Chimborazo, parte de la Reserva Faunística Chimborazo de 58 200 hectáreas, que cubre las provincias de Tungurahua, Chimborazo y Bolívar.

Emprendimientos

Luego de deslumbrarse por un paisaje pintoresco, las turistas inician el retorno al centro de Quinchicoto, un poblado con más de 150 años de historia. Los lugareños son especialistas en elaborar el chocolate en tablilla y otros manjares con el cacao que traen desde Babahoyo.

Geovanny Carrera tiene una fábrica que funciona en su casa ubicada a un costado de la iglesia central. Se trata de Lufeli, quinta generación en el procesamiento del cacao. Hasta ese lugar llegan los turistas atrapados por el exquisito aroma del chocolate de tablilla, en barras y un nuevo producto: el chapolate, un compuesto con máchica y chocolate.

Mientras Carrera cuenta que en el pueblo hay otros 10 talleres del chocolate, a las tres jóvenes que llegaron de Ambato les ofrece una taza de leche para que pueda mezclar y disfrutar del chapolate.

Niños disfrutan de una de las lagunas del páramo Pampas de Salasaka. El sitio abastece de agua a Tisaleo. Foto: Fotos: Modesto Moreta / El Comercio

El recorrido continúa en el taller de carpintería de Aníbal Yugcha, de 55 años, un artesano con más de 30 años de trayectoria en la construcción de estos instrumentos. Al terminar la primaria trabajó como oficial de su padrino, especializado en la construcción de guitarras y, luego de cinco años, montó su propio taller.

Cuando Yugcha construye un instrumento musical, lo afina al oído. La técnica la aprendió de su padrino y de artistas que han llegado a su taller localizado en la parada de buses. El costo de las guitarras va desde los USD 50, dependiendo de la calidad. Las comercializa en Ambato, Quito y Guayaquil.

Siguiendo la vía asfaltada está la comunidad de San Diego, un pequeño poblado rodeado de plantaciones de mora y fresa. En el lugar funciona el taller artesanal de Juan Manotoa, donde elabora vino, mermeladas y té que comercializa en ferias.

Manuel Pérez, agricultor de 65 años, cosecha fresas agroecológicas en su granja ubicada en el barrio San Francisco.

Otro de los emprendimientos de la ruta es el taller artesanal de calzado Epol, de Edison Olivo, que funciona en el sector de Alobamba. Sus productos están elaborados con cuero de calidad.

A cinco minutos de distancia está el barrio San Francisco, donde se levanta la granja de Manuel Pérez. El agricultor de 65 años estádedicado al cultivo de la fresa y mora. Tiene en producción una hectárea y media. “Mis productos son agroecológicos, no usamos químicos”, cuenta. También tiene cuatro llamas que utiliza para pasear por la granja a los niños que lo visitan.

Modesto Moreta. Redactor (I)